LA VIDA DE PADRE LEOPOLDO

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traduzione di Maria Teresa Garcia Lima

1. LA VIDA DE PADRE LEOPOLDO

Leopoldo nació en Castelnuovo de Cattaro (la actual Herceg-Novi, en Montenegro) el 12 de mayo de 1866. Fue el penúltimo de los dieciséis hijos de Pedro Mandić y de Carolina Zarević, familia católica croata. En el bautismo recibió el nombre de Bogdan Ivan (Adeodato Juan).

Su bisabuelo paterno, Nicolás Mandić, era natural de Poljica, archidiócesis de Spalato (Split), lugar donde sus antepasados habían llegado de Bosnia, en el lejano siglo XV.

En Castelnuovo de Cattaro, perteneciente entonces a la Provincia de Dalmacia y parte del Imperio Austríaco, prestaban su obra (desde 1688, época del dominio de la República de Venecia, los Franciscanos Capuchinos de la Provincia Véneta).

La vocación religiosa

Frecuentando el ambiente de los frailes en las funciones religiosas y después de la escuela, el pequeño Bogdan manifestò el deseo de hacerse fraile. Lo acogieron en el seminario capuchino de Udine para discernir su vocación religiosa y después, a los 18 años, el 2 de mayo de 1884, ingresó en el noviciado de Bassano del Grappa (Vicenza), donde vistió el hábito franciscano, recibiendo el nombre de "fray Leopoldo", comprometièndose a vivir la regla y el espíritu de San Francisco de Asís..

Completó sus estudios filosóficos y teológicos en los conventos de Padua (Santa Croce) y de Venecia (Santissimo Redentore) del 1885 al 1890. La formación religiosa recibida en la familia dejó su huella definitiva en el estudio y en el conocimiento de la Sagrada Escritura, de la literatura patrística y en la adquisición de la espiritualidad franciscana. El 20 de setiembre de 1890, en la basílica de la Madonna della Salute de Venecia, fue ordenado sacerdote en manos del Cardenal Domenico Agostini.

La aspiración misionera y ecuménica

Padre Leopoldo Mandić tenía una inteligencia despierta y poseía una buena formación filosófico- teológica. Amó leer durante toda su vida los escritos de Padres y Doctores de la Iglesia.

Ya desde 1887 se había sentido “llamado” a promover la unión de los cristianos orientales separados (ortodoxos) con la Iglesia católica de Roma. Ante la perspectiva de volver a su tierra natal como misionero, se dedicò al aprendizaje de varias lenguas eslavas y un poco de griego moderno. Pidió poder partir hacia las misiones de Oriente en su propia tierra, siguiendo su primer ideal ecuménico, que más tarde se transformará en voto y que cultivará hasta el final de sus días. Pero sus superiores no acogieron su petición.De hecho a causa de su frágil constitución y de un defecto de pronunciación, no podía dedicarse a la predicación.

Empezó a vivir una vida impregnada de silencio y recogimiento, dedicándose además a los humildes trabajos del convento y a la petición de limosnas de puerta en puerta mientras las largas horas pasadas en el confesonario lo iban preparando para ser ministro de la reconciliación,

En setiembre de 1897 recibió el encargo de presidir el pequeño convento de Zara en Dalmacia. Duró poco la esperanza de poder realizar su aspiración misionera: en 1900 fue llamado de nuevo a Bassano del Grappa (Vicenza) como confesor.

Se abrió un nuevo breve paréntesis de actividad misionera en 1905 como vicario del convento de Capodistria, en la vecina Istria, donde se reveló enseguida consejero espiritual apreciado y deseado. Pero, de nuevo, pasado un año, fue llamado al Véneto, al santuario de la Madonna dell’Olmo de Thiene (Vicenza). Allí prestò servicio como confesor entre el 1906 y 1909, salvo un breve período de paréntesis en Padua.

Llegada a Padua

Padre Leopoldo llegó a Padua en la primavera de 1909, al convento de Piazzale Santa Croce. En agosto de 1910 fue nombrado director de los jóvenes frailes estudiantes que se preparaban con el estudio de la filosofía y de la teología al ministerio sacerdotal.

Fueron años de intenso estudio y dedicación. A diferencia de otros docentes, Padre Leopoldo – que impartía clases de Patrología - se distinguió por su benevolencia, que a alguno parecía excesiva y en contraste con la tradición de la Orden. Quizá por esto, probablemente, en 1914 fue improvisamente dispensado de la docencia. Un nuevo motivo de sufrimiento.

Así, a partir del otoño de 1914, a los cuarenta y ocho años de edad, a padre Leopoldo le fue requerido el empeño exclusivo del ministerio de la confesión. Sus dotes de consejero espiritual eran ya conocidas, tanto que después de pocos años, llegó a ser un confesor apreciado por personas de toda extracción social, que para encontrarlo acudían de todas partes y no sólo de la ciudad.

Leopoldo confinado en el Sur

Ligado fuertemente a su tierra de origen, padre Leopoldo había conservado su ciudadanía austríaca con la esperanza de que los documentos de identidad favorecieran su regreso misionero a la patria. Pero esto mismo resultará un problema en 1917, con la derrota de Caporetto. Al igual que otros “extranjeros” residentes en el Véneto, fue indagado por la policía, y, por no querer renunciar a su nacionalidad austríaca fue confinado al sur de Florencia. En este viaje encontró en Roma al Papa Benedicto XV.

A final de setiembre de 1917 llegó al convento de los Capuchinos de Tora (Caserta), en el cual debía descontar la pena de confinado político. El año sucesivo pasó al convento de Nola (Nápoles) y más tarde al de Arienzo (Caserta).

Acabada la primera Guerra Mundial regresó a Padua. Durante el viaje visitò los santuarios de Montevergine, Pompeya, Santa Rosa de Viterbo, Asís, Camáldoli, Loreto y Santa Catalina de Bologna.

Definitivamente en Padua

El 27 de mayo de 1919 llegó al convento de los Capuchinos de Santa Croce en Padua, donde reanudó su puesto en el confesonario. Su popularidad aumentò no obstante su carácter esquivo.

Los Anales de la Provincia Véneta de los Capuchinos recitan: “En la confesión ejercita una atracción extraordinaria por la grande cultura, por su fina intuición y especialmente por la santidad de su vida. A él acorren no sólo gente del pueblo, sino personas intelectuales y aristocráticas, profesores y estudiantes universitarios, religiosos del clero regular y secular”.

En octubre de 1923 sus superiores religiosos lo destinaron a Fiume (Rijeka), después que el convento había pasado a la Provincia Véneta. Pero, sólo una semana después de su partida, el Obispo de Padua, Mons. Elia Dalla Costa, referente para la ciudadanía, invitó al Ministro provincial de los Capuchinos, padre Odorico Rosin de Pordenone, a hacerlo regresar. De este modo, para Navidad de aquel año, padre Leopoldo, obedeciendo a sus superiores, y dejando de parte su sueño de trabajar en el campo de la unidad de los cristianos, estaba de nuevo en Padua.

Y de Padua no se alejará más en el resto de su vida. Aquí consumará cada momento de su ministerio sacerdotal en la escucha sacramental de las confesiones y en la dirección espiritual.

El Domingo 22 de setiembre de 1940, en la iglesia del convento de Santa Croce, se celebraron sus bodas de oro sacerdotales, el 50º aniversario de su ordenación presbiteral. Las espontáneas, generales y grandiosas manifestaciones de simpatía y estima a padre Leopoldo hicieron conocer claramente cuánto vasto y profundo fuese el bien que había realizado en cincuenta años de ministerio.

Los últimos meses de 1940 su salud sufrió un deterioro progresivo. A principios de abril de 1942 fue internado en el hospital. Le fue diagnosticado un tumor en el esófago. Regresando al convento continuò confesando, en condiciones siempre más precarias. Como era su costumbre, el 29 de julio de 1942 confesó sin tregua, pasando gran parte de la noche en oración.

Al alba del 30 de julio, preparándose a celebrar la Santa Misa se desmayó. Lo acostaron y recibió el sacramento de la unción de los enfermos. Pocos minutos después, mientras recitaba las últimas palabras de la Salve, tendiendo las manos hacia lo alto, expirò. La noticia de la muerte de padre Leopoldo se difundió rapidamente en toda Padua. Durante un par de días una muchedumbre ininterrumpida pasó por el convento de los Capuchinos para rendir homenaje a la salma del confesor, ya santo para muchos. El 1 de agosto de 1942 tuvieron lugar los funerales, no en la iglesia de los Capuchinos, sino en la más amplia iglesia de Santa Maria dei Servi. Le dieron sepultura en el Cementerio Mayor de Padua y en 1963 su cuerpo fue trasladado a una capilla de la iglesia de los Capuchinos de Padua

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